¿Qué es la pielonefritis?
Se refiere a una infección de uno o ambos riñones.
La pielonefritis es una causa frecuente de formación de cicatrices en los riñones y puede llevar a la pérdida parcial de la función renal, especialmente en pacientes que tienen infecciones recurrentes.
¿Cuáles factores de riesgo están relacionados?
Hay situaciones en las que la predisposición es más importante:
- Diabetes: El número de infecciones es más elevado en las mujeres diabéticas, pero no en los hombres. Sin embargo, cuando un diabético tiene infección suele ser más agresiva.
- Embarazo: incluye un riesgo mayor de bacteriuria asintomática que, si no se trata, puede provocar pielonefritis en el último trimestre. Es necesario hacer controles de orina mediante cultivo y tratar la bacteriuria si se produce.
- Litiasis infecciosa: los cálculos de Estruvita son consecuencia de infección. La infección no desaparecerá mientras los cálculos no se eliminen.
- Obstrucción: el factor de riesgo más importante. Permite un mayor crecimiento y penetración intrarenal de los gérmenes y es decisivo en la destrucción renal.
Causas patógenas
En las mujeres jóvenes y sanas, más del 90% de los casos de pielonefritis está causado por clones de E. coli de virulencia específica. Por el contrario, entre los hombres, las mujeres mayores y los pacientes con afecciones urológicas predominan las cepas de E. coli menos virulentas, bacilos gramnegativos no-E. coli, organismos Gram positivos, y Candida, aunque las principales son las infecciones con E. coli.
¿Cómo se clasifica la pielonefritis?
- Pielonefritis Aguda. Ésta forma es una infección del parénquima renal originado secundariamente a una infección de las vías urinarias, pero también la colonización del riñón se da por vía hematógena desde focos infecciosos a distancia. Escherichia coli es la bacteria aislada en la mayoría de los casos, pero también se pueden encontrar otros microorganismos involucrados: Staphylococcus aureus, Pseudomonas aeruginosa, Salmonella spp, Mycobacterium tuberculosis. El mecanismo más frecuente en la producción de la infección renal es el ascenso de los microorganismos desde la vejiga hasta la pelvis renal a través de los uréteres.
- Pielonefritis Enfisematosa. Es una infección necrótica del riñón caracterizada por la presencia de gas en el interior del parénquima renal, en estructuras excretoras o en los espacios perirrenales. Es un proceso poco frecuente, que afecta sobre todo a las personas diabéticas, y que se asocia a la proliferación de bacterias no anaerobias formadoras de gas. El diagnóstico debe sospecharse ante una pielonefritis que no responde bien al tratamiento o que muestra signos de gravedad, sobre todo en los pacientes diabéticos. La exploración de elección es la tomografía computarizada.
- Pielonefritis Crónica. Se trata de una infección de vías urinarias más grave que la forma aguda. La pielonefritis crónica ocurre de forma mucho más frecuente cuando existe el llamado reflujo vesico-ureteral, debido a anomalías estructurales congénitas que impiden el vaciado normal de los túbulos colectores renales. Las complicaciones más temibles son el daño de los túbulos renales que puede progresar a una insuficiencia renal crónica. Al ser una infección por un defecto congénito, es más frecuente diagnosticarlo en niños.
¿Cuáles son los síntomas más habituales?
Los síntomas típicos de la pielonefritis son:
- Dolor lumbar
- Fiebre
- Náuseas y vómitos
- Picor y ardor al orinar
- Aumento de la necesidad de orinar
Otra señal común es la presencia de sangre en la orina (hematuria), que se presenta normalmente como una orina color oscuro.
¿Cómo se hace el diagnóstico?
Con los síntomas antes descritos se debe sospechar de una pielonefritis. En un paciente con dolor o sensibilidad en el flanco (con o sin fiebre) más un análisis de orina con piuria, bacteriuria, o ambas (con o sin síntomas miccionales), la pielonefritis es un diagnóstico presuntivo adecuado.
La prueba confirmatoria fundamental es el urocultivo que revela el microorganismo causante de la infección.
¿Cuál es el tratamiento?
Los objetivos del tratamiento son la remisión de la infección y la reducción de los síntomas agudos, que, generalmente, persisten incluso más de 48 horas después del inicio del tratamiento. Para ello se debe utilizar:
- Antibióticos selectivos para controlar la infección bacteriana. Si la infección es grave y el riesgo de complicaciones es alto, los antibióticos se suministrarán vía intravenosa. Puede que se necesite estar con antibiótico durante un largo período de tiempo. Es necesario realizar un antibiograma del urocultivo para administrar los antibióticos más efectivos contra las bacterias sin llegar a concentraciones nefrotóxicas.
- Analgésicos y antitérmicos, para controlar el dolor, la fiebre y el malestar.
- Líquidos intravenosos (sueros) en los primeros días de tratamiento, para hidratar lo mejor posible y acelerar la llegada de los antibióticos al riñón.
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